HMS Belfast
 

HMS Belfast

La batalla del cabo Norte

Antecedentes

Tras las averías sufridas por el Tirpitz en el fiordo de Trondheim, los ingleses animados por el éxito atacan por medio de su aviación a convoyes alemanes en aguas noruegas, al tiempo que deciden que al hacerse éstas algo más seguras pueden reanudar el tráfico de convoyes por el Ártico. El Almirantazgo británico organiza así dos convoyes, uno que marcha hacia Murmansk JW55B y otro que regresa del mismo lugar RA55A; formados ambos por una veintena de naves. El que sale de Gran Bretaña lleva materiales para la Unión Soviética y el que sale de Murmansk vuelve en lastre. A este último se le asignan de escolta tres cruceros ingleses, Belfast, Norfolk y Sheffield con cuatro destructores. El grupo va al mando del vicealmirante Burnnet que iza su insignia a bordo del Belfast.

La protección del convoy procedente de Gran Bretaña y con destino a Murmansk es mucho más fuerte con algunos cruceros, torpederos y corbetas, pero además, como escolta indirecta tiene su principal navío en el Duke of York, acompañado también por el crucero Jamaica y cuatro destructores, todos al mando del jefe de la Home Fleet el Almirante Sir Bruce Fraser.

Entre el 22 y el 23 de diciembre aviones alemanes descubren el convoy de modo que no les cabe duda de la dirección del mismo. Los U-boot estacionados o de patrulla en el Ártico se sitúan al oeste de la isla de los Osos con el objeto de localizar al convoy y atacarlo si pasa por aquella zona. Descubren el convoy el día 25 pero no descubren al Duke of York que navega alejado en su misión de proporcionar una protección a posibles ataques por otra zona (ver el artículo sobre el sistema de protección de convoyes).

Los alemanes ignorantes de la presencia del acorazado británico toman las medidas oportunas y además ignoran que los convoyes están a punto de cruzarse y que el segundo convoy también tiene como protección buques de guerra.

Dönitz, considera que con los datos de los que dispone, tiene superioridad, (ignora los datos más importantes) aún a pesar de no disponer del Tirpitz averiado e inmovilizado, pues tiene en Altenfjord al Scharnhorst y seis destructores.

De inmediato ordena que el grupo compuesto por el Scharnhorst y los destructores se haga a la mar para interceptar y destruir el convoy JW55B con toda su carga.

De Altenfjord sale el Scharnhorst y cinco destructores el 25 de diciembre a las 19 horas. La exigua flota está bajo el mando del contralmirante Erich Bey. A las 23 horas ya navega a lo largo de las costas noruegas, la mar está encrespada y nada hace presumir una mejoría del tiempo. El viento de fuerza 6 aumenta progresivamente lo que hace suponer que en el lugar donde debería encontrarse con el convoy puede llegar a superar la fuerza 8. Erich Bey que en su momento había sido comandante de escuadra de destructores sabe el peligro que para sus acompañantes supone un mar tan embravecido y son esas naves (destructores que le acompañan) los que le preocupan.

Pregunta al comandante del grupo de destructores Capitán zür See (capitán de navío) Johannessons su opinión sobre el tiempo y las posibilidades para los destructores y éste le contesta a su vez que puede soportarlo de momento y que espera que las condiciones meteorológicas mejoren.

En la madrugada del día 26 el almirante Fraser es informado de que el acorazado alemán Scharnhorst está en el mar. Fraser ordena al convoy echarse más al norte y además cursa órdenes para que los destructores del convoy que viene de Murmansk refuercen la protección del convoy JW55B y para que los cruceros Belfast, Norfolk y Sheffield salgan al encuentro del acorazado alemán, el que en vano trata de establecer contacto con el convoy.

La batalla

A las 8,40 y a unas 15 millas, los cruceros ingleses ya saben donde está el Scharnhorst al establecer contacto por radar. Media hora después el Norfolk abre fuego y el Scharnhorst responde de inmediato. Tras un intercambio de cañonazos uno de los cuales impacta en el Scharnhorst inutilizándole el radar delantero. El acorazado alemán se aleja a toda máquina en dirección noroeste para buscar el convoy perdiendo los cruceros el contacto.

Burnnet, se encontraba ahora ante un dilema, porque desconocía el siguiente paso de su enemigo, por lo cual debía dilucidar cual sería el siguiente movimiento a hacer. Decidió seguir un rumbo similar al del acorazado alemán que era convergente con la ruta del convoy y del enemigo. Cualquier error de cálculo hubiera supuesto la pérdida del convoy porque el Scharnhorst podía aparecer por cualquier parte dando un pequeño rodeo, causar los estragos al convoy y desaparecer entre la neblina sin dejar rastro.

Aproximadamente tres horas y media más tarde los buques se volvieron a encontrar al noreste: Burnnet había acertado en sus previsiones y Bey veía descorazonado que de nuevo era descubierto y ordenó abrir fuego. Tras una serie de andanadas un proyectil estalló en la popa del Norfolk, y el acorazado alemán viró rumbo a puerto. Los destructores que acompañaban al Scharnhorst ya habían recibido la orden de regresar desde los alejados lugares situados al suroeste a los que Bey les había mandado a buscar al convoy sin ningún éxito. Bey no desconocía que durante su primer encuentro con los cruceros se habían radiado mensajes del almirantazgo británico y que ya hacía algún tiempo que la flota británica estaba tras sus pasos, sin contar los posibles ataques aéreos que sin duda se podrían producir.

Pero no sabía que 150 millas al suroeste se acercaba a toda máquina para cortarle el paso el Duke of York acompañado del crucero Jamaica y cuatro destructores. La maniobra de interceptación no podía tener ningún error pues la ventaja del Scharnhorst era su velocidad y un pequeño desvío supondría perder las esperanzas de destruirlo. Para el éxito de la maniobra resultó decisiva la intervención de los tres cruceros, Belfast, Norfolk y Sheffield que perseguían al fugitivo a una distancia prudencial, sin perder contacto por radar y en cada momento enviaban informes a Fraser sobre la posición del navío alemán. Durante esa persecución el grupo fue perdiendo efectivos: en el Norfolk se estaba intentando apagar los incendios que habían provocado los impactos del Scharnhorst y eso hizo que el crucero inglés redujera su velocidad y se fuera distanciando ligeramente de su buque insignia. Por otra parte en el Sheffield no estaban exentos de problemas cuando también y por una avería en sus turbinas, tuvieron a su vez que reducir su marcha. Así que el Belfast se quedó solo en su persecución del fugitivo. Parham, que era el comandante del Belfast, temía que los alemanes comprobaran que estaba solo (recordar que el Scharnhorst tenía el radar de popa aún intacto) y dieran la vuelta. El capitán de navío Parham pensaba acertadamente que el acorazado alemán hubiera destrozado su barco.

Fraser por su parte cumplió con otra parte del papel asignado en este drama, evitando enviar mensajes o hacer cualquier cosa que delatara su presencia a Bey.


Por fin hacia las 16,30 el trabajo de los oficiales de derrota y los cálculos hechos con precisión dieron sus frutos, Fraser ya tenía a su presa en la trampa y rompiendo el silencio ordenó a Burnnet que iluminaran al enemigo con bengalas (pues ya había oscurecido). Burnnet cumplió de inmediato la orden y en medio de sus bengalas se vio claramente al acorazado alemán y el Duke of York abrió fuego. Los proyectiles surcaron la oscuridad silbando en busca del blanco. En la primera andanada el Scharnhorst quedó ahorquillado, y la siguiente ya podría dar sus frutos pues las altas columnas de agua marcaron claramente la distancia y la posición para el siguiente disparo. Así fue, la siguiente andanada dio de lleno. El Scharnhorst respondió al fuego y uno de sus proyectiles alcanzó los mástiles del Duke of York, averiando los cables del radar de artillería. Bey cambió su rumbo hacia el este para poner a su buque al amparo de la oscuridad seguido por el Duke of York que no cesaba de disparar y de atinar en el blanco. Por fortuna los impactos recibidos no causaron daños en la propulsión del Scharnhorst y casi a las 18,30 ya se hallaba fuera del alcance del acorazado británico.

No tardó mucho Bey en darse cuenta de que todo estaba decidido y que no podría huir tan fácilmente. Fraser que sabía que su acorazado no alcanzaría nunca al Scharnhorst había ordenado a sus destructores atacar y estos lo hicieron a toda la velocidad de la que eran capaces y que era superior a la del acorazado alemán. Por estribor se le acercaron el Sauvage y el Saumarez y por babor lo hicieron el Scorpión y el Stord. El Scharnhorst abrió fuego con sus cañones secundarios pero su precisión dejaba mucho que desear, quizás el castigo ya inflingido era la causa de tanta imprecisión, pero aún así consiguió hacer blanco en el Saumarez.

Los destructores llevaron el ataque a límites extremos y en vez de lanzar a las distancias más frecuentes (alrededor de 10000 metros) ni siquiera las mínimas de seguridad (en torno a los 6000) lo hicieron a 2000 metros y por momentos aún mas cerca. Llanzaban sus torpedos y se alejaban a recargar. El ataque fue demoledor y el buque alemán disparaba sin tregua pero sin precisión. Los ataques tuvieron efectos casi de inmediato y el Scharnhorst comenzó a embarcar demasiada agua y a perder velocidad. Pronto el Duke of York lo tuvo de nuevo al alcance de sus cañones de 14” y el Jamaica se acercó hasta el punto de poder disparar a quemarropa.

Fraser dio la última orden en la batalla “que despejen la zona del blanco todos los buques salvo los que dispongan de torpedos y un destructor con reflectores”. A continuación los destructores y los cruceros lanzaron varios torpedos y por fin el Jamaica se acercó para darle el tiro de gracia, y en un tremendo mar de explosiones, escupiendo fuego por todos lados, el Scharnhorst se recostó sobre un costado yéndose finalmente a pique. Eran las 19,48 del 26 de diciembre de 1943. A continuación los buques ingleses se acercaron a coger supervivientes.

El castigo al acorazado alemán había sido atroz, cientos de impactos habían hecho blanco, entre ellos 11 torpedos de los 55 lanzados. De 1900 hombres solo se consiguieron salvar 36, recogidos por el destructor Scorpión las firmas de los cuales, se encuentran hoy día en un papel, guardado en una vitrina a bordo del Belfast, el cual cualquier visitante puede ver.

El reconocimiento de Fraser al heroísmo de los tripulantes del Scharnhorst, se hizo patente cuando días después, el Duke of York pasó por el lugar donde había sido hundido el buque alemán: el propio Fraser junto a sus oficiales y una guardia de honor formada junto a la barandilla posaron en posición de firmes mientras se lanzaba al mar una corona de flores.

Notas del autor:

1ª.- Según mis fuentes la misión del HMS Belfast y el grupo que formaba, al mando del Vicealmirante Burnett era proteger y escoltar al convoy RA55A que regresaba de Murmansk. Posiblemente estuviera en ruta para unirse a él. Los datos no aclaran fehacientemente si Burnett y sus cruceros venían ya con dicho convoy o iban en su busca, en cualquier caso la situación cambió al aparecer el acorazado alemán lo que da lugar a una posible confusión en cuanto a quien escoltaba verdaderamente el grupo de Burnett, si al JW55B ó al RA55A. Lo que está claro es que en las circunstancias que se dieron lo más normal era que los británicos actuaran tal y como lo hicieron, protegiendo el valioso convoy JW55B repleto de materiales muy necesarios para los soviéticos, dejando a su suerte el RA55A que regresaba de vacío hacia Inglaterra.

2ª.- De esta batalla, comentar, que con el Scharnhorst ya era el tercer buque de superficie alemán que se perdía por seguir las estrictas órdenes, de no combatir contra buques de superficie; los anteriores fueron el Graf Spee y el Bismarck. Personalmente estoy convencido que estos tres buques no se hubieran perdido sin la rigidez de las órdenes recibidas y en todo caso su enfrentamiento con sus perseguidores hubiera supuesto para éstos un duro castigo.

Recordar que estos tres buques fueron hundidos (o dañados en el caso del Graf Spee) por la acción y el acoso de unos cruceros que se limitaron a controlar su posición y que en ningún caso hubieran podido llevar a cabo esas actitudes de control y vigilancia si sus presas hubieran dado la vuelta y se hubieran enfrentado a ellos. En el caso que nos ocupa la superioridad del buque alemán era manifiesta, pudiendo incluso librarse de sus perseguidores, si cuando era perseguido por el Belfast, (que ya iba en solitario) hubiera dado la vuelta y entablado combate.



Orden de batalla británico en la batalla de Cabo Norte

Fuerza 1 de Cruceros. Vicealmirante Burnett.
Norfolk Crucero pesado
Belfast Crucero ligero (buque insignia)
Sheffield Crucero ligero
Fuerza Z. Alte. Fraser.
Duke of York Acorazado (buque insignia)
Jamaica Crucero ligero
Savage Destructor
Scorpion Destructor
Saumarez Destructor
Stord Destructor
Convoy R.A.55.B - Procedente del Este (Murmansk)
22 mercantes  
Musketeer Destructor
Opportune Destructor
Virago Destructor
Matchless Destructor
Milne Destructor
Meteor Destructor
Ashanti Destructor
Athabascan Destructor
Seagrull Dragaminas
Western aproaches - Procedente de allí protegen el R.A.55.B
Beagle Destructor
Westcott Destructor
Dianella Corbeta
Poppy Corbeta
Acanthus Corbeta
Convoy J.W.55.B - Hacia Murmansk
19 mercantes  
Onslow Destructor
Onslaught Destructor
Haida Destructor
Iroquois Destructor
Orwell Destructor
Huron Destructor
Scourage Destructor
Impulse Destructor
Gleaner Dragaminas
Western aproaches - Procedente de allí protegen el J.W.55.B
Whitehall Destructor
Wrestler Destructor
Honeysuckle Corbeta
Oxlip Corbeta


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Objetos del Scharnhorst actualmente en el HMS Belfast

Carta de los rumbos seguidos en la persecución del Scharnhorst

 

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